NUESTRA SOCIEDAD ACTUAL
Después de muchos años de desencuentros nuestra sociedad actual está vislumbrando la posibilidad de construir consensos que superen el marco de partidos políticos, de ideologías y de tendencias dogmáticas autoritarias y excluyentes.
Hay una aspiración que nos involucra a todos, al margen de banderías ocasionales, de recrear la amistad cívica e instalarla en el centro de nuestra vida social y política como base de una sana convivencia y en el marco de una democracia auténtica.
Este escenario posible es sólo una cara de la gobernabilidad, un marco auspicioso e indispensable, pero no el único necesario para lograr un cambio de actitud en las personas y su traslado al conjunto social. La gobernabilidad democrática requiere de los ciudadanos, el cultivo permanente y la vivencia de actitudes y valores que articulen el funcionamiento del contexto social, económico, tecnológico, político y cultural como son: la ética, como principio básico; la responsabilidad; la racionalidad y la coherencia; la seriedad; el respeto y el orden; fe y actitud de servicio; confianza y esfuerzo personal; diálogo y armonía; amor al trabajo y voluntad de superación.
Una sociedad que conozca y practique estos valores necesita en primer término el ejemplo de los Dirigentes a los cuales deberá exigirles calidad moral y profesional fruto de una cultura forjada a través de actitudes de vida, de ejemplaridad permanente.
DIRIGENTES PARA UN PAÍS MADURO
Nuestro sistema de Educación Superior, centrado en las Universidades tiene como objetivo formar personas cultas, capacitadas para asumir las diferentes profesiones que demanda el entorno socioeconómico y cultural del país; Investigadores para ampliar los límites del conocimiento y Profesores para formar las nuevas generaciones.
Los programas educativos no prevén una formación y entrenamiento de los futuros Egresados Universitarios para asumir los roles sociales de dirigentes para actuar en los distintos ámbitos de la vida política, económica, cultural y social. La Universidad debiera responder al desafío de brindar una formación en valores y conductas, que permita desarrollar en el estudiante, desde el comienzo de una carrera, no sólo las aptitudes propias de todo Profesional competente, sino aquellas actitudes que distinguen a las personas creativas, emprendedoras, capacitadas y entrenadas para actuar como pensadores estratégicos, hacedores de decisión y formadores de opinión, con disposición para interactuar con otros sectores de la sociedad civil y con el Estado, generando consensos en base a un protagonismo responsable.
CAMPOS DE ACCIÓN DEL DIRIGENTE
Nuestro país necesita Dirigentes con formación humanista, con iniciativa y talento, abiertos al compromiso político para la orientación y conducción de Organizaciones profesionales, empresarias o del sector público.
Dirigentes dispuestos a trabajar con seriedad y honestidad para erradicar la pobreza, la exclusión y las enfermedades, para crear empleos dignos, por la seguridad, por el crecimiento económico con equidad, la creación de riquezas y su mejor distribución, por el afianzamiento de la democracia, la armonía y la paz social, la vigencia del republicanismo, el pluralismo ideológico, la alternancia en el poder y la libertad de expresión.
Un nuevo modelo de Dirigente se requiere para oxigenar la Política y darle contenido, coherencia y seriedad, para generar la confianza pública y motivar a todos los ciudadanos a vivir y afianzar una Política con Valores.
Después de muchos años de desencuentros nuestra sociedad actual está vislumbrando la posibilidad de construir consensos que superen el marco de partidos políticos, de ideologías y de tendencias dogmáticas autoritarias y excluyentes.
Hay una aspiración que nos involucra a todos, al margen de banderías ocasionales, de recrear la amistad cívica e instalarla en el centro de nuestra vida social y política como base de una sana convivencia y en el marco de una democracia auténtica.
Este escenario posible es sólo una cara de la gobernabilidad, un marco auspicioso e indispensable, pero no el único necesario para lograr un cambio de actitud en las personas y su traslado al conjunto social. La gobernabilidad democrática requiere de los ciudadanos, el cultivo permanente y la vivencia de actitudes y valores que articulen el funcionamiento del contexto social, económico, tecnológico, político y cultural como son: la ética, como principio básico; la responsabilidad; la racionalidad y la coherencia; la seriedad; el respeto y el orden; fe y actitud de servicio; confianza y esfuerzo personal; diálogo y armonía; amor al trabajo y voluntad de superación.
Una sociedad que conozca y practique estos valores necesita en primer término el ejemplo de los Dirigentes a los cuales deberá exigirles calidad moral y profesional fruto de una cultura forjada a través de actitudes de vida, de ejemplaridad permanente.
DIRIGENTES PARA UN PAÍS MADURO
Nuestro sistema de Educación Superior, centrado en las Universidades tiene como objetivo formar personas cultas, capacitadas para asumir las diferentes profesiones que demanda el entorno socioeconómico y cultural del país; Investigadores para ampliar los límites del conocimiento y Profesores para formar las nuevas generaciones.
Los programas educativos no prevén una formación y entrenamiento de los futuros Egresados Universitarios para asumir los roles sociales de dirigentes para actuar en los distintos ámbitos de la vida política, económica, cultural y social. La Universidad debiera responder al desafío de brindar una formación en valores y conductas, que permita desarrollar en el estudiante, desde el comienzo de una carrera, no sólo las aptitudes propias de todo Profesional competente, sino aquellas actitudes que distinguen a las personas creativas, emprendedoras, capacitadas y entrenadas para actuar como pensadores estratégicos, hacedores de decisión y formadores de opinión, con disposición para interactuar con otros sectores de la sociedad civil y con el Estado, generando consensos en base a un protagonismo responsable.
CAMPOS DE ACCIÓN DEL DIRIGENTE
Nuestro país necesita Dirigentes con formación humanista, con iniciativa y talento, abiertos al compromiso político para la orientación y conducción de Organizaciones profesionales, empresarias o del sector público.
Dirigentes dispuestos a trabajar con seriedad y honestidad para erradicar la pobreza, la exclusión y las enfermedades, para crear empleos dignos, por la seguridad, por el crecimiento económico con equidad, la creación de riquezas y su mejor distribución, por el afianzamiento de la democracia, la armonía y la paz social, la vigencia del republicanismo, el pluralismo ideológico, la alternancia en el poder y la libertad de expresión.
Un nuevo modelo de Dirigente se requiere para oxigenar la Política y darle contenido, coherencia y seriedad, para generar la confianza pública y motivar a todos los ciudadanos a vivir y afianzar una Política con Valores.
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